Había batido mi récord. Nunca había estado tantos meses sin depilarme. Había llegado a tener unos largos, finos y divertidos pelillos. ("¡Oh, no! ¡Qué asco!", estaréis pensando algunOs con vuestra buena pelambrera en el sobaco; alguna también lo pensará, pero estoy segura de que la sororidad cada día brilla más y cada vez nos juzgamos menos entre nosotras. Nos vamos apoyando. Yo lo noto...), pero a lo que iba: de pronto unos picores. A ratos me molestaba. No voy a entrar a valorar la cara del monitor de spinning ni la de los machirulos del gimnasio. Ya podéis imaginarlas...
El final de la historia os lo podéis imaginar: mis pelillos se marcharon. No sé si es una renuncia a algo, pero me pregunto...¿me picaba el patriarcado?
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