Sugerencias, ideas o preocupaciones a eljardindeacracia@gmail.com

sábado, 7 de noviembre de 2009

Me gusta la gente arrebatada.
No niego que en algunas ocasiones la vehemencia es la perdición y que muchas veces vale más medir las ideas antes de expresarlas, pero por otro lado no puedo evitar mi gusto hacia aquello que tiende al extremo.
Quizá sea lícito afirmar que para conseguir algo hay que tratar de lograrlo todo.
Puede que el ímpetu no sea la mejor idea para aquellos cuya pretensión es apaciguar al vulgo, dejarlo tranquilo y adormilado, pero para aquellos cuya aspiración sea la de despertar las conciencias y procurar que todo el mundo se plantee las cuestiones (fundamentales o no) es probable que no sólo sea adecuado sino necesario tender a la exageración e incluso a la provocación, siempre y cuando ésta se mueva en la línea del humor y no agreda realmente.
Provocar no es sólo irritar a alguien o incitarlo al enfado por medio de malas palabras sino que también es, simplemente, incitar a alguien a que haga o piense algo, entendiéndose, claro está, que no se refiere esta afirmación a obligar a alguien a que piense lo mismo que el provocador sino que lo que éste busca es invitar al provocado a la propia reflexión; esto me lleva a acordarme de Sócrates y su método...¿qué hacía sino provocar?
Digo, pues, que me gusta la gente arrebatada, impetuosa, vehemente, apasionada, efusiva y más aún aquella gente que con toda esta parafernalia de actitud, pretende el cambio, invitando a meditar.

3 comentarios:

Notengonombre dijo...

Me jode y no veas de qué manera, hablar de la edad, pero en este caso es inevitable. La visión del mundo, del entorno, de la realidad, cambia con los años. Sigue siendo la misma, pero es diferente. El pensamiento socrático no fue el mismo siempre, en cambio, lo fue.
El amor de los 15 no es el mismo que el de los 30, y en cambio lo es.
Si, todo al comienzo es puro ímpetu, tempestad, como cuando el big ban nos trajo aquí, pero después de cada maremoto llega la calma chicha, el sosiego.
A tí te suena a rendición, verdad?. A mi también, pero quizá porque yo ya intenté cambiar mi mundo y fracasé. No me arrepiento de ello, porque el éxito fue intentarlo.
Ahora, el tsunami eres tú.
Un saludo maja.

Mirna Macondo dijo...

Esa clase de personas son alucinantes. Yo más que provocadora, soy cabezota y con venadas de motivación, y me tildan de misteriosa...
:)
Desde Marte
Mirna

A.cid dijo...

Pero a veces se pierde la fuerza..