La verdad es que a mí me gusta escribir. Me encanta, pero lo hago poco y lo comparto menos.
Hace unos días encontré un texto que escribí el 9 de agosto de 2020 (lo sé porque lo había fechado) y que no recordaba en absoluto. Decía así:
Los olores, igual que pasa con la música, tienen el poder de evocar recuerdos. El otro día estuve en el Pantano de El Vado con mamá y Silvia y el olor, de repente, sin previo aviso, me trasladó a Pozancos. Hay canciones que me llevan a sitios. Y ayer mamá estuvo en Pozancos. Creo que deberíamos prestar más atención a los sonidos y los olores. ¿Será que la vista está sobrevalorada? A mí me da pavor quedarme ciega. Creo que es lo que más miedo me da del mundo. Y tal vez eso me hace prestar menos atención a los olores y los sonidos. Sin embargo, tengo la sensación de que últimamente, aunque no lo pretenda, los tengo muy presentes. Oler y oír me hacen viajar.
De pronto, como si manara agua de una fuente, recordé con claridad una poesía que tuve que aprenderme en el colegio cuando era muy pequeña. No sé qué edad tendría, pero lo recuerdo en la más absoluta de las lejanías temporales. Yo no tengo muchos recuerdos de la infancia y lo cierto es que lo último que esperaba era acordarme de algo que tuve que memorizar allá y entonces. Siempre he creído que no tengo una memoria prodigiosa. Esto quizá choca con ser profesora de Historia y tal vez me debería hacer pensar que seguramente tengo más capacidad de retención de la que creo. El caso es que esa poesía andaba enterrada en algún lugar, muy recóndito, de mis recuerdos. Y sí, brotó. De repente parecía que se me salía por los oídos, por los ojos, por la nariz. No salió por mi boca porque estaba sola y (aún) no hablo (mucho) cuando nadie me oye. Pero me salió hasta por los poros. No podía contenerla. Yo recordaba exactamente esto:
Amanecía en el naranjal,
abejitas de oro buscaban la miel
¿Dónde estará la miel?
En la flor azul del romero aquel.
Como es lógico, pensé que seguramente no sería así. Pero estaba segura de que algo parecido existiría. Y busqué, claro. Me llevé la grata sorpresa de que es de Lorca. Y la poesía, tal como la encontré en Internet, dice así:
Amanecía
en el naranjel.
Abejitas de oro
buscaban la miel.
¿Dónde estará
la miel?
Está en la flor azul,
Isabel.
En la flor,
del romero aquel.
La palabra "naranjel", para que lo sepáis, no existe según la RAE. Me imagino que a Lorca le venía mal una rima asonante y decidió inventarse una palabra para hacer una poesía más clásica. ¿Creatividad? El caso es que en mi recuerdo la poesía decía "naranjal". Quién sabe (y nadie sabrá) si la cambió la persona que me hizo memorizar aquello o la ha cambiado en algún momento mi cerebro. Alguien creó. ¿Creativizó? Me encantaría que ese verbo existiera y, por qué no, ya existe en el momento en que alguien lo escribe o dice.
Hace unos días que empecé a pensar en escribir esto que ahora por fin sale de mis dedos (hay cierto automatismo en mi escritura) y de mi corazón (me rompo y me late). Y resulta que, por cosas de la vida, me veo teniendo que expresar mi creatividad de algún modo. Me lo han pedido con fecha en un curso intensivo de teatro que estoy haciendo. Se me hizo rarísimo ponerle fecha a la creatividad y, honestamente, en estos días he estado cerca del bloqueo. No lo he alcanzado, pero lo he rozado pensando que quizá yo no era tan creativa como mis compañeras, a las que imaginé bailando, cantando, tocando algún instrumento, componiendo, esculpiendo, escribiendo poemas, pintando, haciendo fotografías espectaculares o pensando en una performance. Pero sí, sí soy creativa. Estoy bastante segura de que tengo habilidad para inventar cosas nuevas, me veo bastante capaz de llevar a cabo asociaciones originales entre conceptos ya existentes e incluso seguro que puedo innovar, e innovo, con mis propuestas. Y así pensado, creo que soy creativa cuando cada día, con una pizarra detrás, trato de buscar la/s manera/s de que mi/s mensaje/s lleguen a las personas que tengo delante. Dicho de otro modo, creo que soy creativa cuando busco (o me salen, me nacen y a veces hasta me brotan, como la poesía del naranjal) estrategias poco ortodoxas para experimentar otras formas de enseñar (y también de aprender, aprendo cada día). Soy creativa cuando cocino, cosa que estoy retomando. Soy creativa cuando dibujo formas extrañas (en blanco y negro o con colores) desde que iba al instituto. Soy creativa cuando busco otras formas de ver y entender el mundo y también lo soy cuando me salgo de la norma en mi vida cotidiana. Mi creatividad aparece y se expresa cuando abro mi mente. Soy creativa cuando uso bolis de colores para escribir y subrayar y soy creativa cuando sueño.
Soy creativa, imaginativa, inventiva. Lo soy cuando escribo... ¡y cómo me gusta! Me libera, me suelta y la vez me conecta. Me hace volar. Cuando escribo soy más yo que nunca. Escribo para mí.
Me encanta haber retomado este blog a raíz de tener que pensar en mi creatividad. Aquí estoy. Ideas, proyectos, ganas e ilusión.
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