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martes, 27 de agosto de 2013

El silencio duele, aprieta, ahoga. Pero también libera.
A ratos no sé bien cómo encajarlo. Es difícil vivir sin ti cuando has estado ahí tanto tiempo, pero a la vez, supongo, es lo que toca.
La vida son etapas. Y hay que saber asumir el final de una y el comienzo de otra.
Las personas que se quedan ancladas en una etapa que ya se cerró tienden a la infelicidad.
No podemos vivir en el pasado, no podemos dejar que nos atrapen los fantasmas. Son eso: fantasmas. Aire y nada.

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