Es mi cumpleaños.
Así es.
Y qué ilusión me hace, de verdad.
Me sigue haciendo la misma ilusión que cuando era pequeña, pero de otro modo.
Ahora no sabría explicar bien por qué me hace ilusión, no sabría explicarlo sin pensarlo bien, pero creo que se debe a una mezcla de motivos que explotan al juntarse. La vida me hace ilusión, cómo no. No tenemos nada seguro nada más que ésta y no sabemos hasta cuándo, así que...¿por qué no disfrutarla? ¿Por qué no estar contentxs por el hecho de que pase y pase bien?
Además, siempre he sido muy de efemérides. No lo puedo evitar. No sé qué viene antes, si la buena memoria para las fechas o que te guste recordar fechas. No sé si empecé a recordar las fechas porque me gustan los recuerdos o mi capacidad retentiva motivó que me gustaran las fechas. Creo que es más bien lo primero.
Me gusta contar, aunque a la vez me gusta vivir la vida sin medida. Me gusta el término medio entre ambas ideas. Aunque, como me dijo alguien muy sabio hace poco, lo bueno es el término medio entre el término medio y uno de los extremos, ya sea hacia arriba o hacia abajo.
Me gusta recordar que estoy aquí y que tengo sueños, proyectos, metas, ilusiones. Todo eso lo recuerdo a diario, pero (ya ves tú, así somos los seres humanos), igual lo recuerdo más hoy porque siento que avanzo, aunque sólo sea temporalmente. Me gusta esa sensación. Me siento más viva el día de mi cumpleaños. Y cuando sonrío. Y cuando me río. ¡Supongo que entonces reírme el día de mi cumpleaños ya es el súmmum!
Me gusta la vida.
Me gusta mi cumpleaños y me seguirá gustando.