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lunes, 7 de septiembre de 2009

Pabellones Güell


Ni Güell, ni Gaudí ni ninguno de sus descendientes explicaron nunca el simbolismo contenido en los jardines y en los edificios de la Finca Güell. Durante la construcción de la reja en 1885, “El Correo Catalán” publicó una gacetilla en la cual se decía que todo era parte de una antigua leyenda catalana de un dragón que custodiaba un jardín. ¿En qué caso de la historia o de la mitología coincidían dragones y naranjas?. No hay otro caso que el de Hércules y las naranjas del jardín de las Hespérides.La historia comienza cuando la muerte del primer marqués de Comillas, Antonio López, suegro de Eusebi Güell. El marqués fue el protector de monseñor Cinto Verdaguer, el cual le dedicó en el 1877 el poema "L'Atlàntida" que contiene la descripción del onceavo trabajo de Hércules, obligado por Euristeu rey de Micenes, a robar las naranjas del árbol que curaban tres doncellas, Eglé, Aretura y Hiperatusa y un dragón, Ladó, en un jardín situado imaginariamente en la parte de Poniente (vesperis). Hércules luchó con el dragón, lo venció y lo encadenó y seguidamente robó las naranjas, sin que las Hespérides pudieran hacer nada. Los dioses castigaron a Ladó convirtiéndolo en la constelación del dragón y a las Hespérides las convirtió en olmos, salces y álamos. Monseñor Cinto en "L'Atlàntida" añadió otro cántico en el cual afirma que Hércules, además de las naranjas, robó la cima o rama líder del árbol, y la plantó en España con la cual se creó un nuevo jardín de las Hespérides. Con intención de rendir homenaje al marqués de Comillas, muerto el año 1883, se decidió convertir el jardín de la Finca Güell en el de las Hespérides, se plantaron álamos, olmos y salces, se colocó el dragón encadenado en el barrio y se situó el naranjo de antimonio encima del pilar de la entrada. El dragón de hierro, que originalmente era policromado y tenía los ojos de vidrio blanco, tiene la cabeza y el cuerpo siguiendo la posición de las estrellas de la constelación del Dragón, completada en la parte de la cola, con la de la Osa Menor en las que las estrellas se representan por medio de bolas de hierro con pinchos. Todo junto crea una agradable composición a base de Mitología, hierro forjado, astronomía, botánica y poesía del Renacimiento, reflejo del espíritu humanístico de aquel glorioso final de siglo XIX en Cataluña.

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