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jueves, 28 de mayo de 2009

Ser feliz

Cuando era pequeña, siempre decía que de mayor sería profesora. Cuando fuí haciéndome mayor quise ser periodista. Decía que sería corresponsal de guerra y que contaría al mundo la verdad. La gente que me quiere me decía que estaba loca, que las guerras son muy peligrosas y que la verdad lo es más aún.
Tuve la sensación de que una venda se me caía de los ojos y un día (no sé si bueno o malo) me dí cuenta de que había vivido en un mundo paralelo al real y asumí que mis pretensiones no eran más que meras fantasías, así que pisando fuerte el suelo, decidí estudiar Filosofía. Después (¡amaba tanto las lenguas clásicas...!) pensé en Humanidades y, cómo no, en Historia del Arte. La selectividad se acercaba rápida y sin tregua y yo no sabía qué hacer.
Fui dándole vueltas, demasiadas en muy poco tiempo, y finalmente me decanté por Historia del Arte.
Hoy curso el cuarto año, cuyo fin está próximo y pienso en mi futuro. Ahora lo hago de otro modo. Antes eran ensoñaciones y fantasías, amores...amaba el latín, a Van Gogh, a Ramón Casas o el arte mesopotámico. Amaba la idea de conocer a Nietzsche profundamente, leer a Kant y enterarme de todo y vivir los museos, las ciudades y su historia como si maravilla fuera cada paso. Ahora pienso en todas las opciones que la vida ofrece y en cómo ésta, a la vez, nos obliga a rechazar la mayoría, haciendo que nos centremos en un aspecto o en varios, pero nunca en todos. Creo que mi lado humano es muy grande, mucho más de lo que pensaba antes. Creo que mis sueños se proyectan hacia un mundo mejor, hacia un cambio...y no sé si debería haberme decantado por una rama más social, por algo que me hiciera tratar con seres humanos y no con productos de seres humanos.
Nunca diré que no me gusta lo que estudio, porque realmente lo siento, lo vivo, lo amo, me mueve, me motiva, me emociona, me hace vibrar...pero a la vez, nunca tuve tan claro lo duro que es asumir que me he quedado sólo con ese aspecto del mundo...
Me licencio el año que viene y no sé qué será de mi vida, pero sólo espero que siga siendo un sueño, un verdadero sueño siempre. No quiero dedicar mi vida a algo como un autómata; quiero viajar, quiero soñar, quiero emocionarme con todo y con todas; quiero desarrollar mi lado más sensible, más humano, más real, pero a la vez quiero saber cada día más, para bien, siempre para bien.
Quiero ser feliz. Nunca había tenido tan clara mi verdadera meta.
Ser feliz.

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