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viernes, 25 de enero de 2013

Supongo que a todo el mundo le pasa en mayor o menor medida, pero el peso que tiene el día (meteorológicamente hablando) en mí, en mi estado de ánimo y en mi carácter, es algo exagerado. No es tanto que me depriman los días grises o lluviosos (que lo hacen, para qué negarlo) sino más bien que me alegran los días soleados y radiantes. Dependiendo de muchos factores, un día gris puede deprimirme más o menos, pero en realidad no suele ser para tanto. Ahora bien...¿un día soleado? ¡Eso es lo mejor que le puede pasar a cualquiera!

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