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martes, 3 de julio de 2012

Ejemplo de enseñanza tradicional

Haciendo un trabajo sobre la competencia comunicativa en educación, me he encontrado con este textito que quiero compartir.

He aquí un ejemplo de enseñanza tradicional y sus efectos, propuesto por H.E. Buckley:

                                                                                     EL NIÑO

Había una vez un niño. Él era muy pequeño y estaba en una enorme escuela. Pero cuando el niño descubrió que podía ir a su salón, atravesando la puerta de la calle, se quedó feliz. Y su escuela no le pareció tan enorme como antes.
Una mañana, cuando el niño estaba en la escuela, la profesora dijo:-
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- ¡Qué bueno! – pensó el niño. A él le gustaba hacer dibujos, los hacía de todos los tipos: leones, gallinas, vacas, trenes y barcos. Y cogió su caja de colores y comenzó a pintar. Pero la profesora dijo:
- ¡Esperen, aún no es hora de comenzar!- Y ella esperó a que todos estuvieran listos.
- Ahora  - dijo la profesora - vamos a pintar flores.
- ¡Qué bueno!, pensó el niño. A él le agradaba pintar flores. Y comenzó a pintar flores con su lápiz rosado, naranja, azul. Pero la profesora dijo:
- ¡Esperen! Les voy a mostrar cómo hacerlo. Y la flor era roja con tallo verde.
- Así, dijo la profesora. Ahora ustedes pueden comenzar.
Entonces él miró su flor. A él le gustaba más su flor, pero no podía decir esto.
Volteó el papel y pintó una flor igual a la de la profesora. Era roja con tallo verde.
Otro día, cuando el niño estaba en clase al aire libre, la profesora dijo:
- Hoy iremos a hacer alguna cosa con barro.
- ¡Qué bueno!, pensó el niño. A él le gustaba el barro. Él podía hacer todo tipo de cosas con el barro: elefantes, carros, camiones. Y comenzó a juntar y amasar su bola de barro. Pero la profesora dijo:
- ¡Esperen! No es hora de comenzar. Y ella esperó hasta que todos estuvieran listos.
- Ahora, dijo la profesora, vamos a hacer un plato.
- ¡Qué bueno!, pensó el niño. A él le encantaba hacer platos de todas las formas y tamaños. La profesora dijo:
- ¡Esperen! Voy a mostrarles cómo se hace. Y ella le mostró a todos como hacer un plato hondo.
- Así, dijo la profesora, ahora ustedes pueden comenzar.
El niño miró el plato de la profesora. Y miró su propio plato. A él le gustaba más el suyo que el de la profesora. Pero no podía decir esto. Entonces amasó su barro en una enorme bola nuevamente, e hizo un plato igual al de la profesora. Era un plato hondo. Y muy rápidamente, el niño aprendió a esperar, a mirar y a hacer las cosas exactamente como la profesora. Y muy rápido, también, él ya no hizo las cosas por sí mismo.
Entonces aconteció que el niño y su familia se cambiaron a otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela. Esta escuela era aún más grande que la primera. Y no había puerta de la calle para su escuela. Él tenía que subir muchas escaleras, hasta llegar a su salón. Y en el primer día que él estaba allá, la profesora dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- ¡Qué bueno!, pensó el niño. Esperó que la profesora dijera lo que debían hacer. Pero la profesora no dijo nada. Ella apenas caminaba por la sala. Llegó hasta el niño y le dijo:
- ¿Tú no quieres pintar?
- Sí, dijo el niño. ¿Qué es lo que vamos a hacer?
- Yo no lo sé hasta que tú lo hagas, dijo la profesora.
- ¿Cómo puedo hacerlo? preguntó el niño
- De la manera que te guste, dijo la profesora
- ¿Y de qué color? preguntó el niño
- Si todo el mundo hiciera el mismo dibujo y usara los mismos colores, ¿cómo puedo saber quién hizo qué? ¿y cuál es el dibujo de cada uno?
- Yo no sé, dijo el niño
Y comenzó a pintar una flor roja con tallo verde.

5 comentarios:

Elena Beatriz Viterbo dijo...

pobre niño, siempre le han dicho cómo debe hacer las cosas, matando su iniciativa. Lo malo es que él se ha acostumbrado a que piensen y decidan por él y ahora no sabe cómo dirigir sus pasos. Esta es una buena metáfora de la vida en si misma, del poder de unos sobres otros. Aborregados conformistas, nos acostumbramos a que decidan por nosotros. Este relato es un buen reflejo de la sociedad.
Y ahora me voy a demostrar que no soy un robot. Por cierto, yo también me quedo por aquí.

Acracia dijo...

Ángela! Me ha gustado mucho tu respuesta!
Nos seguimos.

Tropiezos y trapecios dijo...

Que dulce..precioso final...magistral lección :) Es la primera vez que me paseo por estos parajes de ensueño, pero también me quedo, me quedo :)!!!
Un abrazo inmenso!!!
Favole

Rocío dijo...

Así es.
Soy educadora, pero al igual que todos, antes fui alumna y me "enseñaron" de la forma estúpida.
Esperemos que ya quede poco de aquello.

Un placer conocerte =)

Gincrispi dijo...

Hola Acracia, gracias por pasarte por mi blog y por los comentarios que me has dejado.
Nos leemos, ;)

Saludos.