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sábado, 18 de diciembre de 2010

"El Suicidio" (DURKHEIM)

No es nuestra intención hacer un inventario, tan completo como sea posible, de todas las condiciones que puedan integrar la génesis de los suicidios particulares; solamente tratamos de buscar aquellas de las que depende este hecho definido que hemos llamado la cifra social de los suicidios. Las dos cuestiones son muy distintas, sea cualquiera la relación, que, por otra parte, pueda existir entre ellas. En efecto, entre las condiciones individuales hay muchas que no son lo suficientemente generales para influir en la relación que pueda haber entre el número total de muertes voluntarias y la población. Pueden hacer, quizá, que uno u otro individuo aislado se mate, pero no que la sociedad en total sienta hacia el suicidio una inclinación más o menos intensa, por lo mismo que no se refiere más que a un cierto estado de la organización social, no produce reflejos sociales e interesa al psicólogo, no al sociólogo. Lo que busca este último son las causas por medio de las que es posible obrar, no sólo sobre los individuos aisladamente, sino sobre el grupo. En consecuencia de ello, entre los factores del suicidio los únicos que le conciernen son aquellos que hacen sentir su acción sobre el conjunto de la sociedad. La cifra de suicidios es el producto de estos factores y a ellos nos atendremos nosotros.
Fragmento de El Suicidio (Durkheim)
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En el presente fragmento el autor plantea su intención de estudiar los factores del suicidio que afectan al conjunto de la sociedad, es decir, pretende abordar las causas de la cifra social de los suicidios.
Este texto surge del deseo de Durkheim de que la sociología fuera aceptada y reconocida por el mundo académico. A fin de conseguir que ésta se alejara de la filosofía, dándole así una identidad clara y particular, Durkheim afirmó en su obra Las reglas del método sociológico que el objeto distintivo de la sociología debía ser el estudio de los hechos sociales. Entendiendo estos como “cosas”, Durkheim creía que debían estudiarse empíricamente, no filosóficamente. A su parecer, las ideas pueden concebirse introspectivamente, de manera filosófica, mientras que las “cosas” no pueden ser concebidas de un modo únicamente mental sino que requieren un contacto con la realidad, una actividad que, lejos de ser puramente intelectual, necesita datos que están fuera del ser pensante. Así, entendió que si demostraba que la sociología podía explicar un acto tan supuestamente íntimo e individualista como el suicidio, sería relativamente fácil hacerse con el control del estudio de otros fenómenos más abiertos al análisis sociológico.
La investigación registrada en El Suicidio es un esfuerzo por aplicar las ideas desarrolladas en Las reglas del método sociológico al estudio empírico de un fenómeno social concreto, en este caso, el suicidio. Con este estudio, Durkheim demostró que los hechos sociales, y más concretamente las corrientes sociales, son externas y coercitivas para el individuo. La elección del suicidio como objeto de estudio se debió a diferentes causas, entre las que podemos señalar los hechos de que era un fenómeno relativamente concreto y específico, disponía de datos relativamente fiables y sobre todo, se trataba de uno de los actos más personales, individuales y privados.
Durkheim tendía a suponer que los factores biológicos, psicológicos y sociopsicológicos eran esencialmente constantes en los diferentes grupos y en distintos períodos de tiempo. Así pues, según su parecer, la variación de las tasas de suicidios entre grupos y períodos de tiempo distintos se debía a variaciones en los factores sociológicos.
Debido a su compromiso con la investigación empírica, a Durkheim no le pareció adecuado descartar teóricamente otras posibles causas de las citadas variaciones sino que lo comprobó personalmente. Empezó su estudio presentando una serie de ideas alternativas sobre las causas del suicidio (como alcoholismo, raza, herencia, clima…) y se dedicó a rechazarlas con gran cantidad de hechos. El argumento que más desarrolló giraba en torno al rechazo de la raza como causa de las variaciones. Si bien su argumento sobre la raza no tiene demasiada fuerza y los otros que desarrolló son aún más débiles, la importancia de los mismos radica en que dejan constancia de la importancia que daba Durkheim a la comprobación, al empirismo.
Para Durkheim, los factores más importantes de las variaciones de las tasas de suicidio debían buscarse en diferencias producidas en el nivel de los hechos sociales. Básicamente, podemos decir que Durkheim propuso dos tipos de análisis: el análisis intercultural, según el cual un modo de estudiar el suicidio era comparar las diferentes sociedades o tipos diversos de colectividades y el análisis histórico, que partía de la afirmación de que las diferencias de conciencia colectiva producían diferencias en las corrientes sociales que, a su vez, conducían a diferentes tasas de suicidio. En los dos casos la lógica del argumento es esencialmente la misma: las diferencias o cambios en la conciencia colectiva producen diferencias o cambios en las corrientes sociales y éstas, a su vez, conducen a las diferencias o cambios en las tasas de suicidio. Dicho de otro modo, los cambios en las tasas de suicidio se deben a cambios en hechos sociales, fundamentalmente en las corrientes sociales.

El contenido del fragmento que nos ocupa es muy significativo en la medida en que refleja con muy pocas palabras la esencia del texto del que forma parte, del texto en su totalidad. Es una declaración de principios que deja muy claro qué le interesa y qué no y por qué. En este fragmento podemos apreciar claramente su interés por el suicidio como fenómeno colectivo en cuanto que sociólogo. El interés de Durkheim radicaba en explicar las diferentes tasas de suicidios. Tal como vemos reflejado en el fragmento que nos incumbe, a Durkheim no le interesaba estudiar por qué un individuo particular se suicidaba, considerando que esta tarea correspondía al psicólogo. A él, como sociólogo, le interesaba el grupo y no el individuo concreto; el comportamiento del grupo y no el hecho puntual o particular.
A raíz de una afirmación del texto (“en efecto, entre las condiciones individuales hay muchas que no son lo suficientemente generales para influir en la relación que pueda haber entre el número total de muertes voluntarias y la población”) cabe señalar que Durkheim estudió y rechazó la teoría de la imitación asociada al psicólogo social francés Gabriel Tarde. Según esta teoría, las personas se suicidan (entre otras acciones) por imitación. Nuestro pensador se encargó de descartar dicha teoría. Si bien reconocía que algunos suicidios individuales podían deberse a la imitación, creía que éste era un factor tan pequeño que no influía significativamente en la tasa general de suicidio (y así queda reflejado en este fragmento). Además, rechazaba esta teoría según su idea de que sólo un hecho social podía ser la causa de otro hecho social. Es importante la afirmación de Durkheim “la cifra social de los suicidios no se explica más que sociológicamente”, frase recogida en la obra que estudiamos y que deja muy claro el trasfondo de este fragmento en particular y de su texto en general.
En resumen, podemos afirmar que su interés radica, básicamente, como venimos constatando con el estudio de su obra en general y el análisis de este fragmento concreto, en el estudio de los factores sociales del suicidio.

Por todo lo expuesto, cabe concluir resaltando el interés de semejante estudio. La aplicación de una investigación empírica en el terreno social es interesante a la vez que cuasi obligatoria o al menos recomendable, ya que aporta una credibilidad a los resultados obtenidos que da pie a un tipo de debate diferente al que se origina tras una divagación de índole filosófica. No quiere decir esto que uno de los debates sea más interesante que el otro sino que son diferentes y es importante dejar constancia de ello. En otras palabras, los resultados de una investigación social son diferentes a los resultados de una labor intelectual introspectiva y ello debe quedar patente desde el comienzo, desde la gestación de la idea. Por otro lado, obviamente, la metodología de intervención no es única e indiscutible en ninguna de las dos disciplinas y puede y debe producirse un trasvase de conocimientos y técnicas de una a otra.
Es especialmente sugerente la intención de Durkheim de separar la sociología de la filosofía mediante la distinción entre “cosas” e ideas, pues claramente ambos conceptos son distintos y requieren un tratamiento distinto. Una ciencia que trata de la estructura y funcionamiento de las sociedades humanas[1] en principio no debe proceder del mismo modo que el conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano[2], si bien, como decíamos, algunos de los métodos, ocupaciones, técnicas o procedimientos son y deben ser aprendidos de una a otra. No obstante, como conclusión final a este respecto, quizá debe incidirse en el hecho de que la sociología es una ciencia al uso, en el sentido de que se trata de un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen o deberían poder deducirse principios y leyes generales mientras que la filosofía es una disciplina introspectiva y anímica que conduce a otro tipo de reflexión y que da lugar a otro tipo de resultados.
En definitiva, hay que apreciar la labor de Durkheim por diferenciar ambas doctrinas así como su modo de proceder y su objetivo final. No es más loable una que otra sino sólo diferentes e igualmente interesantes y válidas para el crecimiento del ser humano a nivel personal y social.
[1] Definición de “Sociología” según la Real Academia Española.
[2] Definición de “Filosofía” según la Real Academia Española.

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