Para Pissarro, igual que para sus compañeros, el tema de las series fue fundamental. La pretensión de captar los diferentes efectos de la luz y de la atmósfera en general, les llevó a pintar una y otra vez la misma escena en distintos momentos del día y de la noche, con nieve y sin ella, con lluvia y sin ella...
La idea de plasmar estos cuadros de forma rápida y espontánea se convirtió en una constante, especialmente para Monet, quien en la década de los 80 comienza a separarse del grupo y se aprecia un cambio gradual en su obra; asistimos a una simplificación de la realidad y la Naturaleza.
La imagen que se presenta corresponde a una vista nocturna del Boulevard Montmartre, de Pissarro. Fechada en 1897, ya muestra una clara evolución con respecto a sus primeras pinturas. Pissarro nació en las Islas Vírgenes, más concretamente en la de San Thomas, en el Caribe. Era hijo de un comerciante hispanojudío que tenía un próspero bazar. Estudió en París y volvió al bazar pero en 1855 vuelve definitivamente a París. Es el mayor del grupo, tiene diez años más que Monet, lo que quizá le da un mayor grado de madurez.
Sus obras son aceptadas frecuentemente en el Salón, pero aún así no tiene demasiado éxito.
Sus primeras obras son paisajes con vistas del Caribe en plan romántico, por encargo, a fin de solventar sus problemas económicos, pero poco a poco va creando un lenguaje más personal y en sintonía con las pretensiones del Impresionismo.
En su obra, es una constante la mezcla de arquitectura con naturaleza, siendo también las figuras un elemento reiterado. No obstante, a finales de los 70, comienzan a desaparecer.
Su paleta es más oscura que la de los demás, por influencia de Courbet.
Fue habitual que le compararan con Millet, cosa que al parecer le sentaba mal. Estas comparaciones tenían su origen en el aire campesino que inspiraba su pintura en muchas ocasiones.
Por último, cabe destacar que a mediados de los años 80, tuvo dudas sobre la obra impresionista y se vió influenciado por su hijo Lucienne, quien era puntillista y amigo de Seurat. Siguió realizando los mismos temas pero con una técnica influída por los puntillistas, tal como podemos ver en esta obra, Recogiendo manzana, de 1886.
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