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sábado, 28 de marzo de 2009

Historias de nadie...

Aquella mañana el sol brillaba. Por las persianas entraban tenues rayos que se resistían a aceptar la decisión de Salvador, quien deseaba reposar en la más absoluta oscuridad.
La gente siempre había pensado de él que era divertido y radiante. Su capacidad para hacer reír era enorme. Él creía, puesto que era algo que pensaba a menudo en el autobús, que se debía a una cuestión genética. Su abuelo materno había sido payaso y Salvador estaba completamente convencido de que con este don se nace.
Cuando comenzó a abrir los ojos sintió todo el peso de la cerveza en su cabeza. Por un momento, le costó ubicarse en tiempo y lugar, pero rápido comprendió dónde estaba. Su habitación estaba exactamente igual que la noche anterior, cuando se vestía mientras pensaba en el destino.
El rostro de Salvador tenía un deje de melancolía, quizá en la mirada, quizá en la barbilla, pero gustaba. Siempre había sido consciente de que gustaba y con ello contaba en todo momento.
Cuando se incorporó, sintió cómo los pies le dolían. Primero pensó que aquello estaba claramente relacionado con los horribles zapatos que había tenido que llevar la noche anterior, luego se dio cuenta de que eso era una tontería; la única explicación razonable era el peso de la vida.

1 comentario:

janis dijo...

Parece que hasta el mundo de la red es pequeño. Soy Berta, ohtangerine y aquí Janis (iluminaria). He de decir que mi blog es un proyecto conjunto, todavía andamos ubicándonos. Me gustó el relato.

Un beso