Querida tú,
Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí estos años, pero ha llegado el momento de decirnos adiós. Bien sabes tú que yo no digo "adiós" y sin embargo a ti, con todo lo que te quiero, te tengo que despedir de la manera más contundente.
Me has dado mucho, me lo has dado todo. Y sé que lo has hecho siempre todo con muy buena intención. Pero nuestro tiempo llegó, acabó. Se terminó.
Yo ahora quiero quererme más, exigirme menos, tratarme mejor. Y eso pasa por decirte adiós, a ti que naciste conmigo y siempre has estado ahí, a ti que eres yo.
Necesito liberar(me) y eso pasa por liberarte. Te tienes que marchar. Para siempre. Y en mí quedará tu recuerdo. A veces tendré tentaciones de volver a ti y volveré, seguro que volveré. Pero entonces te abrazaré y te volveré a decir adiós. Sé que no va a ser una despedida fácil. De hecho, sé que no es definitiva. Ojalá, pero sé que no. No nos engañemos. No obstante, tengo que creerme que es definitivo, que voy a ser tú sin ti, que voy a volar sin culpa.
Te quiero y siempre te querré.
Eternamente agradecida.